Sin dudas, uno de los mayores problemas económicos que sufren los argentinos directamente en sus bolsillos es el de la inflación. De hecho, éste fue uno de los principales cuestionamientos al modelo K planteado por la oposición durante la campaña previa a las elecciones legislativas del pasado 27 de octubre.
Es que, los exponentes más representativos del Gobierno, como por ejemplo el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, desconocen la existencia de aumentos significativos de precios. Sin ir más lejos, el pasado lunes, dicho funcionario llegó a afirmar que el valor del kilo de asado no subió en los últimos tres años.
Sin embargo, la realidad indica algo totalmente diferente: los incrementos salariales obtenidos en las paritarias, en términos reales, no resultan tales ya que se ven erosionados por culpa de la inflación.
Pero esto también lo padecen, de otra manera, las empresas. Sucede que gran parte de las obligaciones impositivas que tienen que afrontar están atadas a valores que no fueron actualizados con el paso del tiempo y esto las obliga a tributar sobre utilidades ficticias, a afrontar una mayor carga fiscal y a tener que trasladarla -en alguna medida- a los precios.
Y aun cuando el Gobierno dio un paso al respecto y modificó el monto de las deducciones y cargas de familia del Impuesto a las Ganancias y algunos parámetros del Monotributo -frente a un escenario político adverso luego de las Primarias- los expertos consultados por iProfesional aseguraron que esto no es suficiente.